Este capítulo a sido especial, para mi y para Cris, la única que me a mandado una sugerencia. La verdad es que con esto me quedo un poco decepcionada, y ahora mismo no se que pasará con mi blog. Porque sinceramente, me dijisteis que no cerrase el blog y todo eso, y ahora no participáis en mis sugerencias. La verdad es que ahora me e quedado un poco decepcionada, y voy a pensármelo.
Bueno, aquí os dejo el capítulo, también espero que mi ayudante, Clau, os caiga genial, ami me cae estupenda, y es fantástica redactando.
Besossssssssssss:
PATITO
Cuando llego, una ardilla pasa delante de mis narices con un salto fugaz; es rápida, pero yo lo soy más y le disparo una flecha que le da de lleno. Coloco nuevas trampas y hago mi ruta de recogida de cada día. Hay unos cuantos conejos. Cuando no me apetece seguir cazando recojo unas fresas y digo:
-Quizá pueda llevárselas como excusa y así poder hablar con ella.
Me dirijo a El Quemador y allí cambio las presas por otras cosas. Reparto el botín en dos y dejo las dos partes en mi casa. Voy al baño, me ducho, me cambio y voy hacia la casa de Madge (más bien de su padre) a llevarle las fresas. Llamo a la puerta de atrás y me la abre ella, que lleva un vestido rosa muy bonito. Al verme, sonríe y me pregunta:
-¿Quieres pasar?
Su pregunta me pilla desprevenido, ¿qué le digo ahora? Al final le digo lo primero que se me ocurre:
-¿No te regañarían?
-Para nada, pasa - me responde mientras agarra mi mano y me mete dentro.
Me guía por la enorme casa y llegamos a su habitación. Es muy bonita (paredes y techo de un color azul cielo (mi color favorito), suelo de mármol blanco, y una colección de muebles impresionantes, todos de variados colores).
-Es precioso - le digo, aún sigo un poco fascinado.
-Gracias, por cierto, ¿recuerdas esto? - me pregunta mientras se descuelga del cuello una cadenita plateada que tiene una diminuta gema colgada.
-Claro que lo recuerdo, ese fue uno de los mejores días de mi vida - le respondo, sonriente. Aunque ahora que empiezo a reflexionar... creo que los días más felices de mi vida fueron con Catnip, mi Catnip. ¿Cómo es que siempre está en mi mente? ¡Necesito olvidarla!
-También fue uno de los míos - me responde, sin poder quitarse esa sonrisa de la cara.
-Madge, ¿puedo intentar una cosa? - le pregunto. Quiero besarla, quiero ver si así puedo olvidarme de Katniss.
-Solamente si me prometes que será seguro para mí - responde riendo. Ese comentario ha hecho que yo también me ría un poco. A continuación le indico:
-Cierra los ojos y quédate quieta.
Ella me obedece, y cuando me aseguro de que ha cumplido mis instrucciones tomo su cara entre mis manos (con cuidado de no aplastarla) y la beso. Es un beso apasionado, pero creo que con Katniss habría sido mejor. Nos separamos por la falta de aire, pero ella vuelve a besarme y justo en ese momento aparece su padre por la puerta. Se sobresalta al verme, pero luego me pregunta:
-¿Qué haces aquí, chico?
-Vine a traer las fresas - le respondo casi al instante
-Toma el dinero - dice el hombre mientras saca un puñado de monedas de su bolsillo y me las entrega. Me despido de Madge con la mano y salgo de la casa escoltado por el señor Undersee, al que por cierto, no le ha hecho ni pizca de gracia que besara a su hija.
-Espero que esto no se vuelva a repetir jovencito - me dice en tono serio y firme
-Se lo aseguro - le respondo. Salgo de allí corriendo y al llegar a mi casa me cambio y me siento en la cama. Todos mis intentos por olvidarla han sido inútiles, la quiero, y nada podrá hacer que deje de hacerlo.
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